Dossier Giallo: «Pasos de danza sobre el filo de una navaja» (Maurizio Pradeaux, 1973)

Con la originalmente llamada Passi di danza su una lama di rasoio nos encontramos ante uno de esos típicos émulos del éxito urdido por el Dario Argento de la «Trilogía animal», algo que ya se evidencia desde los primeros minutos de metraje; Kitty (Susan Navarro, a.k.a. Susan Scott) es una joven que de manera involuntaria se ve inmersa en una trama criminal cuando sea testigo de primera mano de un asesinato, el que acontece en una de las ventanas que alcanza a ver por el prismático público de un mirador. Al igual que ocurría con el Sam Dalmas interpretado por Tony Musante en El pájaro de las plumas de cristal, el involuntario acto de la mujer la convertirá en la inesperada protagonista de una trama que presenta una sucesión de asesinatos, todos ellos cometidos por un villano está acicalado con oscuros ropajes y sombrero negro, atuendos prototípicos del villano en el género. Cuando el compañero de Kitty, Alberto Morosini (Robert Hoffman), se convierta para el inspector Merughi (George Martin) en el principal sospechoso de los crímenes que acontecerán, se inicia la típica trama de intriga laberíntica de giros, trampas, falsos culpables, todo ello aderezado con la imprescindible serie de asesinatos, donde se presentará un punto en común entre las víctimas: todas son bailarinas.

Aunque cumpla de manera disciplinada todas y cada una de los características básicas del giallo, hay un elemento clave que le hace ser algo superior a la media: la cuidada construcción de sus escenas de asesinatos, que será donde se perciba la predisposición estilista que mezclará elementos tan primeramente diferenciados como la elegancia y brutalidad. La primera de ellas es el ya mencionado opening crime en el que Kitty ve de manera accidental el asesinato cometido sobre una mujer, a través de la ventana de un piso; además de estar rodado elegantemente, mostrando el punto de vista del testigo (que transmite esa posición de voyeurismo y fetichismo al espectador), cabe decir que una escena similar será vista años después en el Doble Cuerpo de Brian De Palma, aunque sería injusto no mencionar que la clara y manifiesta influencia del director norteamericano en aquella película era La Ventana Indiscreta de Alfred Hitchcock, que formula un entramado muy similar durante todo su metraje. Otro de los homicidios implica el asesinato de una anciana en un interesante juego con la oscuridad y la escasa luminosidad de unas velas, además de otro crimen que propone la muerte de una mujer dentro de un coche en marcha, un ejercicio visto también dentro el cine norteamericano en La Noche de Halloween de John Carpenter; estas influencias y conexiones del giallo con el terror norteamericano, sobre las que al que esto escribe tanto gusta discernir, bien podrían ser fruto de la casualidad, aunque es cierto que tanto en el caso de Brian de Palma como en el de John Carpenter nos encontramos ante dos confesos admiradores del cine de terror europeo.

Quizá lo que se le puede imputar a Pasos de danza sobre el filo de una navaja es su rutinaria pretensión de alcanzar todos las peculiaridades del subgénero, algo que le resta originalidad. En este caso, el protagonismo femenino incidirá en la imperante amenaza hacia el personaje de ser la próxima víctima, añadiendo una perfilación psicológica que servirá para construir la trama. El espectador experimentado en el subgénero siempre caminará un paso más adelante en el desarrollo de la trama (es más, la anticipada exposición de una tara sexual de uno de los secundarios dará bastantes pistas sobre la identidad del asesino), aunque cabe mencionar de nuevo la habilidad del director por ofrecer puntos de vista distinguidos y elegantes sobre las escenas de homicidio, a la postre puntos álgidos de todo giallo.
Se echa en falta un mejor tratamiento en el dominio del suspense, además de una mayor explotación de algunos de los personajes secundarios o la ambientación urbana, aquí una desaprovechada Roma que tan solo deja ver el encanto de sus calles en muy determinados momentos. El film también se distingue en ofrecer unas dosis de erotismo exacerbadas, contrarias a las ligeras connotaciones eróticas de otras piezas claves del subgénero; una cantidad de desnudos quizá algo gratuita pero que se aprovechan de cierta tonalidad perversa, pequeñas dosis de lesbianismo incluido.

El título anglosajón de la película responde a Death Carries a Cane (traducido literalmente como La muerte lleva un bastón, haciendo referencia a una de las características del villano), mucho menos poético que el epíteto original. Se agradece enormemente la participación de Nieves Navarro, justo en ese momento en el que era ya experimentada protagonista femenina del giallo gracias a, entre otras, sus participaciones en los gialli dirigidos por su marido Luciano Ercoli (La muerte acariacia a medianoche, La muerte camina con tacón alto…); la actriz aporta tesón y belleza a un papel que la enfrenta de lleno con las incómodas vicisitudes que rodean a los asesinatos, y donde su cuerpo será elemento primordial en el foco erótico del film. En el resto del reparto, se cuenta en un rol de co-protagonista con el actor austríaco Robert Hoffman (Joven de buena familia sospechosa de un asesinato, Spasmo…), que cumple en su función de primer sospechoso y émulo masculino de la protagonista; George Martin (rostro popular del cinemabis italiano que venía de protagonizar el western El Retorno de Clint el solitario, entre otras), en el obligado papel de investigador que conduce la trama policial; la desconocida Anuska Borova, que ejerce aquí de doble papel; y por último, el incombustible e infatigable Simón Andreu, que como Nieves Navarro también iniciaría su andadura en el género de la mano de Luciano Ercoli.

El director Maurizio Pradeaux es un desconocido realizador que tiene en esta película su aportación más destacada a la cinematografía italiana, donde también se podría señalar el film que realizó en 1977 llamado Passi di morte perduti nel buio, un post-giallo alejado ya de la eclosión de popularidad del subgénero. Ciñéndonos por último a Pasos de danza sobre el filo de una navaja, podemos concluir señalando que nos encontramos ante un giallo ante todo rutinario y con pocas pretensiones de innovación, pero con los buen suministrados elementos que contentarán a los aficionados del subgénero: elegancia, brutalidad, suspense y una trama enmarañada de subversivos giros en una atmósfera de cierta sordidez.