Dossier Giallo: «Dos menos uno, tres» (Giulio Questi, 1968)

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Con su peculiar titulo original La morte ha fatto l´uovo (traducido literalmente sería como «La muerte ha puesto un huevo», que aunque suene estrambótico tendrá relación con el telón de fondo de la historia), Giulio Questi plantea una de esas películas de finales de los 60 que se sitúa entre la fina línea donde el cine de suspense italiano toquetea con algunas de las bases del Giallo que, en aquellos momentos, Mario Bava comenzaba a gestar aunque sin llegar aún la explosión comercial a raíz de la inminente El pájaro de las plumas de cristal (1970) de Dario Argento con el inicio de la década de los 70. Se pueden definir justo en ese momento de impasse de la cercana eclosión de los gialli una variante del suspense psicológico imperada principalmente por Umberto Lenzi, con films como Orgasmo (1969) o Así de dulce, así de maravillosa (1969), que hoy en día serán considerados como parte de la producción «giallesca» aunque los derroteros que sigan sus historias compartan de manera tenue algunos de los estamentos que hoy consideramos como patrones básicos del subgénero. Bajo ese prisma, Giulio Questi, breve pero directo realizador italiano que venía de dirigir un weird-western fascinante y violento con asentado poso fantastique como Oro Maldito (1967, más conocida por su título original Se sei vivo spara), presenta su pseudo-giallo Dos menos uno, tres, al que además de la variante psicológica le añade cierto contexto político como telón de fondo que acaba por añadir bastante entidad y singularidad, atributos de algunos films italianos de consumo popular de la época que navegaban entre la heterogeneidad de su tono y género.

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La historia se centra en un empresario, Marco (Jean-Louis Trintignant), propietario junto a su mujer (Gina Lollogibrida) de una productiva e industrializada granja de pollos, quien acabará enamorándose de la preciosa secretaria de la factoría (una espectacular Ewa Aulin), lo que construirá un peligroso triángulo amoroso enrevesado por la afición de Marco a asesinar prostitutas con extraños rituales sexuales. Bajo este punto de partida, Questi plantea una película de estética extraña, ciertamente alienada (ayudado por unos peculiares juegos de cámara e insistencias en la recreación de la maquinaria industrial de la localización), con constantes concepciones de la escena bajo toques surrealistas, delineaciones escénicas con gran importancia hacia el impacto (logradas y voyeurísticas escenas de asesinatos) y un ritmo cuidado al detalle, con una clara inspiración de las narrativas europeas de entonces. Conviene destacar el telón de fondo de tintes políticos, sobre el que Questi plantea un mensaje de cierta mordacidad a razón de la codicia, el beneficio personal o el despertar del lado salvaje humano en pro del lucro, además del típico retrato interior del protagonista bajo un aura de la psique perturbada y desequilibrada, que provoca en la película un tono alternado entre la mesura y el exceso en las formas. Destaca especialmente las relaciones entre el trío protagonista, con un solvente Trintignant, la estoica presencia femenina de Lollobrigida o la pseudo femme fatale aquí dramatizada por la bella Ewa Aulin, que llevará la película a su terreno en cada una de sus apariciones. Los personajes son clave en la trama del film, y  Questi los utiliza para exponer sobre la mesa su curioso retrato de sucias intenciones y oscuras perversiones.

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Sin adentrarse en el desarrollo de la trama, cuyo motor principal será un misterio que como en todo giallo será desvelado en un acto final fulminante, aunque no de la habitual forma detonante que se convertiría habitual en los thrillers italianos de los 70. A este respecto cabría señalar aquello en lo que Dos menos uno, tres podría emparentarse de forma directa con el subgénero, y más cuando hoy en día es ampliamente considerada como pieza del mismo: Questi plantea desde el inicio el fetichismo de los guantes negros y el arma blanca (presentes en las secuencias de asesinato) de una manera idólatra y voyeur, aunque su protagonista/villano se presente bajo la cara descubierta, aspecto este en el que se separa de la mayor parte de los gialli donde el motivo narrativo pasaba por descubrir la identidad del homicida. Aún así, Questi se adelanta aquí al futuro del subgénero con una concepción vanguardista y de sobre-exposición en las escenas de asesinato, con cierto romanticismo en la imagen a pesar de tocar un tema tan salvaje y transgresor como el sadismo en el sexo, añadiendo una perturbación generalizada en esta historia que plantea una especie de boicot industrial con un puñado de imágenes chocantes e inauditas como serán esos pollos sin cabeza salidos de un fallido experimento. Así se confabula uno de esas piezas bizarras y singulares de la cinematografía italiana de los 60, aquí bajo la coyuntura germinal de los gialli, donde Questi plantea toda su inventiva visual en una película de alma enajenada donde se sirve del trastorno gráfico y temático para defender su mensaje.

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Este sería el único (pseudo)giallo dirigido por Giulio Questi, que también desarrollaría el guión junto a Franco Arcalli, quien además de participar en el libreto de la anterior y ya mencionada Oro Maldito haría lo propio en obras vitales del cine italiano como Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci o Érase una vez en América (1984) de Sergio Leone; Arcalli era también un prestigioso montador de la industria de su país hasta su prematura muerte en 1978. El protagonista Jean-Louis Trintignant, impuesto por la parte francesa de la financiación al tratarse el film de una co-producción entre Italia y Francia, y que hoy en día es un icono de la intepretación en su país con una carrera aún en activo, participaría en un rol similar en la también mencionada Así de dulce, así de maravillosa de Umberto Lenzi. En el caso de la intérprete sueca Ewa Aulin nos encontramos ante un bellísimo rostro del cinemabis europeo, que participaría poco después en La muerte sonríe al asesino (1973) de Joe D´Amato y junto a Klaus Kinski, o la producción hispana Ceremonia Sangrienta (1973) dirigida por Jorge Grau. Su título original La morte ha fatto l´uovo sería traducido en España con la libérrima traducción de Dos menos uno, tres, estrenándose el 6 de marzo de 1981 y alcanzando una taquilla de 2.510.952 de las antiguas pesetas con 17.364 espectadores. En Estados Unidos se distribuiría con una traducción literal de su título, Death Laid an Egg

Saludos desde el Gabinete, camaradas.

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